Migrantes enfrentan dificultades en la frontera sur de México ante nuevas restricciones de EE.UU. UU.

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En la frontera sur de México, millas de migrantes buscan regresar a sus países o regularizar su estatus migratorio tras las nuevas restricciones implementadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Sin embargo, muchos de ellos no pueden costear su regreso por medios propios, y los albergues locales, aunque brindan apoyo, lo hacen sin el respaldo suficiente del gobierno mexicano.

La Iglesia Católica en Tapachula, la ciudad más grande en la frontera con Centroamérica, expresó su preocupación por la creciente situación de los migrantes. A través de la Pastoral de Movilidad Humana, se han preparado con recursos propios para recibir a los deportados por el gobierno de Trump y brindar asistencia a aquellos que optan por regresar voluntariamente a sus países de origen.

El padre César Augusto Cañaveral, responsable de la pastoral, comentó sobre el impacto de las deportaciones masivas y la respuesta del gobierno mexicano a las políticas estadounidenses. “En el albergue, el 40% de las personas están regresando a sus países, y entre 70 y 80 personas están a punto de ser retornadas”, explicó. Los migrantes provienen principalmente de Honduras, El Salvador, Colombia y Venezuela, y muchos de ellos han decidido regresar desde que Trump asumió la presidencia nuevamente el 20 de enero.

La mayoría de los migrantes han perdido la esperanza debido a las políticas de deportación masiva y el cierre de fronteras, especialmente con la presencia de miles de militares en la región y la eliminación de la aplicación 'CBP One', que anteriormente permitió a los migrantes solicitar asilo desde el sur de México.

"Son esperanzas truncadas. Muchos ya no quieren continuar, han detenido sus trámites migratorios y prefieren regresar antes de arriesgar sus vidas en las condiciones actuales", señaló el padre Cañaveral.

Por otro lado, los migrantes también enfrentan políticas más estrictas en México. La presidenta Claudia Sheinbaum desplegó 10.000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera con Estados Unidos tras un acuerdo con Trump el 3 de febrero, que implicó la pausa en los aranceles a productos mexicanos.

Alvani Villasana, una migrante venezolana que formó parte de la última caravana, expresó su desánimo: "Nos entristece que con todo lo que hemos pasado, Estados Unidos cerrando sus puertas aún más", refiriéndose a la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS) y la desaparición de la 'CBP One'.

Por su parte, Nancy Soler, otra migrante venezolana, explicó su difícil situación: "Cruzamos siete países para llegar aquí, pasando hambre y dificultades, y ahora nos encontramos con que los refugios no son una opción, debido a la estricta vigilancia de las autoridades. No queremos seguir así; preferimos quedarnos en la calle antes que regresar a los albergues".

En Tapachula, el albergue "Jesús El Buen Pastor" se prepara para recibir más migrantes deportados, ampliando su capacidad para albergar hasta 1,200 personas. Herbert Bermúdez, el administrador del refugio, comentó: "Aunque no recibimos apoyo director del gobierno, nos enfocamos en la ayuda humanitaria, proporcionando alimentos, colchonetas y un lugar donde los migrantes puedan descansar".

Aunque la situación sigue siendo compleja, la solidaridad de la comunidad y de las organizaciones sigue siendo un pilar fundamental para los migrantes que intentan encontrar una nueva oportunidad en medio de la adversidad.