Bardo: “Quien no sabe jugar, no merece ser visto”

Descripción Después de siete años de haber estrenado su última película, el célebre director mexicano Alejandro González Iñárritu, presentó Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades en el Festival de Venecia 2022. No obstante, las primeras reacciones no fueron las esperadas al recibir críticas que la denominaron una obra “pretenciosa”. de la publicación.

COLUMNAS

Laila Basilio

2/23/20242 min read

Después de siete años de haber estrenado su última película, el célebre director mexicano Alejandro González Iñárritu, presentó Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades en el Festival de Venecia 2022. No obstante, las primeras reacciones no fueron las esperadas al recibir críticas que la denominaron una obra “pretenciosa”.

A pesar de mostrar temas como las distinciones de la migración, entre hacerlo por supervivencia o mediante un proceso privilegiado, y la situación actual de nuestro país. Según los críticos, estos enfoques están disueltos en su egocentrismo. Una explicación encajonada ante la extensión de posibilidades que ofrece el séptimo arte.

Bardo abarca un río metafórico desarrollado entre la vida y la muerte dirigido por los recuerdos destacados del protagonista, Silverio Gama, un reconocido periodista y documentalista mexicano que vive en Los Ángeles.

Tras ser galardonado con un prestigioso premio por un documental, que precisamente habla sobre el estado del país que dejó atrás, tendrá que regresar y hacer frente a un limbo de identidad. Mientras que, sus memorias abren paso a la búsqueda final de lo que significó su vida y realmente en donde estaba situada.

El viaje comienza con las implicaciones de un corazón dividido en dos “hogares”: uno en México, de donde emigró Silverio junto con su familia. También el lugar del cual obtiene el contenido de sus documentales.

El otro en Estados Unidos, destino que favoreció el desarrollo de su carrera como documentalista y el nido de consumidores de sus proyectos, por las cualidades de un nuevo descubrimiento que ven en ellos al no pertenecer a la realidad mostrada de la migración forzada de personas con escasos recursos para buscar “una mejor vida”.

Ante ello, Silverio se autocrítica y define como alguien sin hogar entre sus recuerdos oníricos. Porque el país que lo vio nacer y del cual obtiene su fama, lo rechaza por “aprovecharse” de su aspecto cultural y espiritual. Por si fuera poco, el país en el que creció profesionalmente no lo identifica como miembro nato.

Por otro lado, incluyen al agua como un símbolo que representa la confrontación del éxito. Esto se identifica primeramente en la conversación que sostiene con su hijo